National Geographic
Liz Langley
15 de noviembre de 2021
Primitivo y prístino, el actual ecosistema de la selva amazónica se ajusta con bastante fidelidad al del imaginario popular, pero incluso allí, los efectos del clima cambiante están dejando su impronta. Ahora, una investigación reciente ha señalado que muchas de las especies de aves más sensibles de la región están empezando a evolucionar en respuesta al calentamiento.
Investigaciones anteriores ya pusieron de manifiesto que algunas aves de la Amazonia no perturbada -la mayor selva tropical del mundo- están experimentando descensos que podrían estar relacionados con el cambio climático. El nuevo estudio ha examinado cuatro décadas de datos sobre especies de aves y ha descubierto que, a medida que la estación seca del Amazonas se ha vuelto más cálida y árida, algunas especies parecen estar cambiando físicamente.
El soterillo picudo era uno de los pájaros no migradores que fueron objeto de estudio. Casi la mitad de las especies han perdido peso desde 1980, en parte porque puede que a los pájaros más pequeños les sea más fácil mantenerse frescos. Que haya menos comida disponible también podría ser un factor.
Las aves suelen considerarse especies centinela, es decir, que funcionan a modo de termómetro para medir la salud general de un ecosistema, por lo que los científicos están especialmente interesados en saber cómo responden al cambio climático. En general, las noticias no están siendo positivas. Por ejemplo, un informe de 2019 de la Sociedad Nacional Audubon estadounidenses reveló que más de dos tercios de las especies de aves de América del Norte serán vulnerables a la extinción en 2100 si las tendencias de calentamiento siguen su curso actual.
Para el nuevo estudio, los investigadores han recopilado el mayor conjunto de datos hasta la fecha sobre las aves residentes en el Amazonas, que representan 77 especies no migratorias y abarcan los 40 años comprendidos entre 1979 y 2019. En su edición del 12 de noviembre, la revista Science Advances alertó de que 36 especies han perdido peso de forma sustancial, hasta un 2 por ciento de su peso corporal por década desde 1980. Mientras tanto, todas las especies presentaron alguna disminución en su masa corporal promedio, mientras que un tercio creció con alas más largas.
Durante el periodo de estudio, la temperatura media de la región aumentó, mientras que las precipitaciones disminuyeron. Las temperaturas aumentaron un grado Celsius durante la estación húmeda y 1,65° C en la estación seca. Las precipitaciones aumentaron un 13% durante la estación lluviosa, pero disminuyeron un 15% en la estación seca, lo que hace que el clima sea más cálido y seco en general.
Según los investigadores, estos cambios climáticos coinciden con los cambios en la constitución de las aves, y el clima más seco explica aún más los cambios.
“Se trata de un trabajo valioso y fascinante basado en 40 años de datos, algo inédito en los trópicos”, afirma por correo electrónico Cagan Sekercioglu, explorador de National Geographic, fotógrafo y ornitólogo de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Utah, en Salt Lake City (Estados Unidos).
Gracias a las “largas series temporales y al gran tamaño de las muestras, los autores pudieron mostrar los efectos morfológicos del cambio climático en las aves tropicales residentes”, afirma Sekercioglu, que no participó en el estudio.
La respuesta podría estar en los aviones de combate
Los investigadores se centraron en especies de aves que no migran, lo que descartó que factores como la exposición a diferentes hábitats fuera la causa que explicara cualquier cambio físico. Las aves del estudio pasan toda su vida en el sotobosque de la selva tropical, justo por debajo de las copas de los árboles, por lo que la degradación del hábitat tampoco influye.
Entonces, ¿por qué las aves evolucionan con cuerpos más pequeños y alas más largas?
Los propios investigadores no están seguros de la ventaja que los cambios en la longitud de las alas aportan a las aves, pero es posible que a los ejemplares más pequeños les resulte más fácil mantenerse frescos. En general, los animales más pequeños tienen una mayor relación entre la superficie y el tamaño del cuerpo, por lo que disipan el calor más rápidamente que un animal más grande. La menor disponibilidad de alimentos, como fruta o insectos, en un clima más seco puede hacer que su cuerpo sea más pequeño.
Una comparación con la estructura de los aviones puede ofrecer una explicación para las alas más largas, dice el ecólogo Vitek Jirinec, del Centro de Investigación de Ecología Integral, en Blue Lake, California (Estados Unidos), que dirigió el nuevo estudio.
“Piensa en un avión de combate”, dice Jirinec. Tiene alas cortas y es pesado. “Tiene que ir muy rápido para mantenerse en el aire, por lo que gasta mucha energía”, dice, mientras que “un planeador casi no utiliza energía para mantenerse en el aire, porque tiene esas alas largas y es ligero”.
A Sekercioglu le pareció sorprendente el efecto de la longitud de las alas, y señaló que esto pone de manifiesto la necesidad de realizar más estudios en otras zonas tropicales para entender cómo y por qué las aves residentes responden al cambio climático con alas más largas.
Un investigador examina las alas de un formicario capirrojo. Un tercio de las especies del estudio ha desarrollado alas más largas desde 1980. Una de las explicaciones es que las alas más largas facilitan el planeo, reduciendo la cantidad de energía utilizada en el vuelo.
Los resultados también se hacen eco de los hallazgos sobre las aves de la selva tropical que viven cerca del suelo (y en el suelo) en un artículo publicado en octubre de 2020 en Ecology Letters, dirigido por el ecólogo aviar Philip Stouffer, de la Universidad Estatal de Luisiana, en Baton Rouge (Estados Unidos), que lleva investigando las aves de la Amazonia desde 1991.
Stouffer y la mayor parte del equipo de estudio forman parte del Proyecto de Dinámica Biológica de los Fragmentos de Bosque perteneciente a la Institución Smithsoniana, un proyecto que estudia la fragmentación del entorno de la selva tropical. En 2008, Stouffer y sus estudiantes se dieron cuenta de que no estaban viendo las mismas aves que habían visto en años anteriores de recogida de datos. Decidieron empezar a recoger el mismo tipo de datos que se habían recogido en la década de 1980, lo que les permitió comparar las mediciones de temperatura, precipitaciones y poblaciones de aves a lo largo del tiempo.
El trabajo de Jirinec y sus colegas “es uno de los pocos estudios que examinan los efectos del cambio climático en las aves tropicales residentes”, afirma Sekercioglu.
“Debido a que la mayoría de los ornitólogos del mundo y la financiación de la investigación se encuentra en los países desarrollados que son en su mayoría templados, hay mucha menos investigación sobre las aves tropicales residentes que abarque la gran mayoría de las especies de aves del mundo”, dice Sekercioglu.
En uno de los pocos estudios a largo plazo sobre las aves tropicales, el trabajo de Sekercioglu con su colega Bill Newmark, conservador de investigación y biólogo de conservación del Museo de Historia Natural de Utah, en Salt Lake City (Estados Unidos), revisó 30 años de datos sobre 22 especies y descubrió que, a medida que aumentaban las temperaturas, disminuía el crecimiento de la población.
Una intrahistoria que escapa a nuestros ojos
Aunque la mayoría de nosotros, al pensar en las aves de la selva tropical, visualiza vistosos guacamayos y otras especies coloridas, la mayoría son “gralaríidos, pájaros hormigueros, formicarios enmascarados y tirahojas colinegros más bien anodinos y de plumaje apagado”, dice Jirinec. Estas aves son “los verdaderos símbolos de la Amazonia no perturbada, porque son muy sensibles a las perturbaciones forestales”.
Los gralaríidos (que “parecen un huevo sobre zancos”, dice) y el reyezuelo listado (un diminuto hocico de tierra con un canto rico e inquietante) son algunas de las aves que han desarrollado alas más largas y cuerpos más pequeños a lo largo de las generaciones.
Para aquellos que se preguntan por qué debería importarnos un pequeño cambio en el cuerpo de un pájaro, Jirinec señala que nuestras acciones tienen consecuencias que no siempre vemos, como cambiar el tamaño y la forma de los animales a medio mundo de distancia.
“Pensamos que la Amazonia es un símbolo de la biodiversidad terrestre, un lugar misterioso, rebosante de vida, que no ha sido tocado por el hombre y alejado de la deforestación”, dice Jirinec. “Pero parece que no es necesariamente así del todo”.